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Individualidad y pacto

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“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo” (Friedrich Nietzsche) En 1860, una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres, Elizabeth Cady Staton, afirmó en un discurso en la American Anti-Slavery Society que “hay una clase de matrimonio que aún no se ha intentado, la del contrato entre partes iguales que lleve a una vida de igualdad, con iguales restricciones y privilegios para ambas partes”. Con estas palabras, ya en esa temprana época, esta autora dejaba en evidencia un gran problema en las relaciones matrimoniales, los contratos o matrimonios pactados, habitualmente se hacían en función del varón y no de la mujer. De hecho, muchas autoras sostenían que el matrimonio, tal como estaba concebido, era una institución en la que sólo una parte, el marido, ejercía un poder similar al de esclavista sobre su espos

La falsa idea del matrimonio como contrato

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“ El matrimonio es un contrato de afectividad que no garantiza nunca su cumplimiento, pues el cariño se revisa cada mañana ” (Pilar Barrero) Un contrato es un documento donde dos partes hacen un acuerdo, especialmente comercial, y establecen los términos del mismo señalando en el documento las consecuencias del rompimiento del contrato. La rúbrica, generalmente ante un veedor calificado, usualmente un notario o escribano, le da validez legal al documento. Los buenos contratos establecen derechos y deberes, a menudo, de una manera equitativa entre ambas partes. Los malos contratos, dejan vacíos o ambigüedades que en alguna medida afectan a una parte, y los contratos pésimos, son aquellos que incluyen una “letra chica” que generalmente nadie lee, que en muchos sentidos, invalida puntos del contrato, a favor, de quien promueve la firma del mismo. Los bancos, casas comerciales y empresas son especialistas en hacer contratos, y en muchas ocasiones, estableciendo con palabras rebuscad

La falsa idea del matrimonio sacramental

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“ El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa ” (Oscar Wilde) . La repetición de una idea no la hace verdadera, sin embargo, muchos sienten que mientras más repetido es un concepto eso lo hace correcto, lo que en esencia es falso. No importan cuantas veces se diga que el matrimonio es un sacramento, sigue siendo una idea falsa causante de mucha infelicidad y distorsión de la vida de parejas. Por muy sincera que sea una persona que expresa una idea, tal como dice Oscar Wilde, eso no le da valor a la idea en sí, es simplemente una persona sincera expresando algo que le llama la atención. La iglesia popular desde la Edad Media poco a poco generó un mito teológico, la idea del estado sacramental del matrimonio. Es decir, el matrimonio como dador de santidad y mérito. En palabras de dos teólogos católicos “con la palabra ‘sacramento’ indica los signos instituidos por Cristo y administrados por la Iglesia que expresan y confieren la gracia di

El matrimonio es un pacto

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“ Un matrimonio feliz, es una larga conversación que siempre parece demasiado corta ” (André Maurois) Cuando afirmamos que el matrimonio es un pacto, unimos en una sola frase dos expresiones que necesitan ser analizadas con cuidado para evitar malos entendidos, por una parte el concepto de origen latino “ matrimonio ” y por otro lado “ pacto ”. Matrimonio La expresión “matrimonio” proviene del latin “matrimonium”, una palabra compuesta por “matris” (madre) y “munium” (gravamen o cuidado). Eso implicaría que tal como lo entendían los romanos, el matrimonio era asunto de mujer, tal como los bienes eran asunto de varones (de allí la expresión patrimonio, de pater, asunto de padres). Hay en el origen del vocablo un cierto matiz descalificativo hacia la mujer, que debería ser la única interesada en el matrimonio, en cierto modo, porque necesita legitimidad para tener hijos.  Desde esta perspectiva, a menudo el matrimonio estuvo cargado con una doble significación. Por una parte,

Expectativas que separan

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La  estabilidad  de una pareja se relaciona con muchos factores, algunos visibles y otros que están ocultos a veces aun para los protagonistas. Todo individuo al comprometerse en pareja lo hace no solo con la  ilusión  del  amor  y del  proyecto de vida  que emprende, también tiene sobre sí un cúmulo de cargas que, en muchos casos, se convierte en un lastre para llevar una vida sana. Max Lucado  en su libro  Aligere su equipaje  (Nashville: Editorial Caribe, 2001), menciona una representación teatral de una boda. Entra el novio a la iglesia, vestido de la manera tradicional, pero con varios bolsos con grandes etiquetas que dicen: “C ulpa, ira, arrogancia, inseguridad, orgullo ”. Al llegar al altar se escucha una voz en off que simula sus pensamientos y dice: “ Por fin una mujer me ayudará a llevar todas mis cargas ”. A continuación entra la novia, camina con el vestido blanco tradicional pero arrastra una maleta, de un hombro cuelga un bolso y en la otra mano un maletín pa

En defensa del placer

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De alguna forma se ha colado en el consciente colectivo que sentir placer es pecaminoso o que está tejido con rasgos negativos que deben ser evitados. De esa forma, se tiñe de sospecha cualquier apelación a lo placentero y agradable, como si vivir fuera una larga penitencia que sólo sirve para demostrar que se es digno de recibir un premio luego de una existencia viviendo en la desolación y el dolor. En defensa del placer y el concepto de pecado Roberto Carlos, el cantante brasileño, en uno de sus cantos dice: " Será que lo que a mi me gusta es Ilegal, es inmoral, o engorda ". Con dicha ironía presenta uno de los dilemas de muchas personas del mundo occidental, vivir permanentemente sospechando que de un modo u otro, el placer le está negado al ser humano que debe, para ser bueno y correcto, negarse a sí mismo cualquier apetencia que señale a la gratificación propia. La historia no es nueva, tiene una larga data. La sospecha hacia el placer está vinculada a una con

Educación paterna y castigo físico, la violencia que se tolera

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Hay dos expresiones que se utilizan en el lenguaje coloquial como si fueran sinónimos, pero esconden profundas diferencias: castigo y  disciplina . La palabra "disciplina" viene de la  expresión latina  "discipulus" la que a su vez se deriva de la expresión "discere" (aprender). Denota la idea de una persona que aprende y se deja enseñar. Por esa razón disciplina equivale al " orden necesario para aprender ". Por otro lado, la expresión "castigo" procede del  latín  "castigare" y es un vocablo que se forma por dos dicciones: "castus" (casto, pero en el sentido de " ajustado con las reglas y los ritos ") y "agere" (hacer puro o instruir en las leyes y ritos). En su origen tiene el sentido de imponer una corrección o reprimir, de allí que se derive la idea "castigador", como aquel que " impone el castigo ". En otras palabras tiene un carácter punitivo y por ende es neg