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Individualidad y pacto

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“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo” (Friedrich Nietzsche) En 1860, una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres, Elizabeth Cady Staton, afirmó en un discurso en la American Anti-Slavery Society que “hay una clase de matrimonio que aún no se ha intentado, la del contrato entre partes iguales que lleve a una vida de igualdad, con iguales restricciones y privilegios para ambas partes”. Con estas palabras, ya en esa temprana época, esta autora dejaba en evidencia un gran problema en las relaciones matrimoniales, los contratos o matrimonios pactados, habitualmente se hacían en función del varón y no de la mujer. De hecho, muchas autoras sostenían que el matrimonio, tal como estaba concebido, era una institución en la que sólo una parte, el marido, ejercía un poder similar al de esclavista sobre su espos

Amar no es suficiente


Los mitos urbanos suelen ser omnipresentes a la realidad cotidiana y cuesta establecer qué es verdad y qué no lo es.
La mujer es concebida como una eterna soñadora romántica, que hace castillos en el aire, y vive a la espera del "príncipe azul", y los varones como si fueran individuos no aptos para amar, al menos a una sola mujer, y pasando por la vida con total falta de inteligencia emocional.
El mayor problema de los mitos no solo es que existan, sino que tienden a modelar la cultura y las acciones que las personas realizan. Razonar las relaciones pareciera contraproducente en medio de un contexto cultural que habla de "dejarse llevar" y "vivir el instante".

El costo de amar

Amar tiene un costo, no en términos monetarios, sino en inversión de tiempo, energía, inteligencia y prioridades.
  • Tiempo, porque no es posible llegar a conocer a alguien de la noche a la mañana y porque es necesario darse un lapso para lograr entender si es posible compatibilizar la vida con alguien que tiene personalidad e historia diferente.
  • Energía, porque implica invertir esfuerzo y compromiso emocional en establecer si es posible llegar a construir un proyecto de vida con otra persona.
  • Inteligencia, un factor a veces dejado de lado, que implica evaluar, analizar, ponderar y elaborar criterios para establecer con certeza si la persona con la cual estamos pretendiendo construir una relación es alguien que podría o no complementar nuestra vida.
  • Establecer prioridades, porque cuando se decide amar es preciso que todo se convierta en secundario para poder establecer a ciencia cierta si estamos o no con la persona indicada.

El amor y la cultura de telenovela

¿Las telenovelas han construido una cultura o ha sido al revés? Resulta difícil establecer qué es primero, sin embargo, es indudable que las telenovelas responden de algún modo a los paradigmas que la cultura tiene respecto al amor y también moldean las conductas.
Las telenovelas son tan populares que aún cuestiones religiosas como los horarios de las oraciones en las mezquitas de Costa de Marfil fueron adelantados en 1999 para que la gente viera sus novelas televisadas.
El típico argumento de una telenovela, según señala Iliana Colocho, pone "en escena historias de amor que deben superar miles de obstáculos -diferencias sociales, lazos de sangre, conflictos de intereses- para triunfar, sobreviviendo a todas las asechanzas del destino. Al igual que en todas sus congéneres, la moral termina por imponerse, el bien triunfa y los malos son castigados en un final feliz que reconcilia a los personajes entre sí y con el mundo".
El criterio es que al final, todo termina bien, por más avatares que los personajes enfrenten. La realidad suele ser diferente a la fantasía.

Amar es más difícil en la realidad

Probablemente el éxito de las telenovelas, como aventura Ramón Rivas, antropólogo de la Universidad Tecnológica de El Salvador es que la telenovela para muchas personas es “una forma de proyectar su propia realidad, pero al mismo tiempo esa realidad que ellos ven no la pueden alcanzar”. Esto último es lo que hace complejo el tema.
Cuando se ama se construye una relación en un contexto donde existen:
  • Normas sociales.
  • Ética cultural.
  • Expectativas personales.
  • Historia particular.
  • Familias.
  • Obligaciones.
  • Cultura de derechos.
Una persona que entiende las reglas del juego, sabe que debe amar en un contexto, de otro modo, arriesga no solo su paz interior y la tranquilidad social que tiene, sino mucho más en términos de equilibrio personal.

Amar exige esfuerzo y vivir las reglas

Una persona se enamora de un ser humano, no de una estatua. Eso implica entender que cuando se ama se está ante la presencia de alguien en proceso de cambio. No es posible enamorarse de alguien estático, el suponerlo implica un gran riesgo de fracasar. Saberlo es entender que el amor exige adaptación y cambio, de otra manera está condenado al fracaso.
Por otro lado, no se puede obligar a amar. El amor exige libertad y voluntad. Para que el amor prospere se necesita reciprocidad, de otro modo, solo existirá frustración. Eso implica respetar las decisiones de otro, lo que a veces resulta complejo en el contexto de una persona que ama sin ser correspondida. Respetar las decisiones de otro y sus espacios emocionales es un costo que algunas personas no están dispuestas a pagar, con consecuencias trágicas.

Amar no es suficiente

No lo es porque implica adecuarse a otros factores que van más allá de las emociones particulares. Expectativas, normas sociales, derecho, libertad individual, cambio social y personal, psicología individual, aprendizaje emocional y otras instancias, que, en el tema del amor no conviene dejar fuera.
Amar no es suficiente, implica un esfuerzo inteligente para aprender no solo las reglas del juego, sino la frontera entre la obsesión y el amor real.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Se prohíbe la reproducción total o parcial del presente 
artículo sin la autorización expresa del autor.
Originalmente publicado en Suite 101

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